Ensalada Cardiosaludable! Porque para sentirse bien, hay que comer mejor.

Aunque el repollo entre otros alimentos contiene refinosa (azúcar que no se digiere hasta que llega a las bacterias en el intestino. Este proceso produce gases y por lo tanto hincha el abdomen. Además, estos vegetales tienen una gran cantidad de fibra que también ayuda a la inflamación) es muy bueno para la salud, date el trabajo de hacer actividad física luego de reposar esta comida, como caminar ya que ayuda a la circulación de la sangre, ya que el corazón late mas rápido y por ende liberará gas. También puedes probar con un té de canela, la que te puede ayudar a eliminar gases intestinales y así evitar la hinchazón abdominal. Puedes añadirla a postres e incluso a platos salados o tomarla en forma de infusión. Para prepararla basta con añadir media cucharada de postre a una taza con agua a punto de hervir y dejar reposar 5 minutos.Puedes añadirla a postres e incluso a platos salados o tomarla en forma de infusión. 


¿Qué comer para no inflamar el estómago?


Agua, fruta, pescado,  jengibre, verduras cocidas, cereales y semillas.

Si tienes problemas de digesión te recomendamos:


Piña: Su bromelaína descompone las proteínas (mejora la digestión de carnes, pescados, etc).


Higos: Especialmente los secos (rehidratados) estimulan el tránsito intestinal.


Papaya: Su papaina similar a la pepsina que se encuentra en los jugos gástricos, le ofrece propiedades digestivas beneficiosas.


Kiwi: Contiene actidina, otra enzima que acelera la digestión de las proteínas.


Jenjibre: El jengibre estimula y mejora la digestión. Además, según un estudio en el European Journal of Gastroenterology and Hepatology, esta especia ayuda, de manera casi inmediata, a la expulsión de los gases intestinales.

Ralla un poco de la raíz sobre tus platos antes de servirlos (sin excederte) o hierve una porción y tómala después de comer.


Si nada de esto te resulta, acude a tu médico. Los gases intestinales y la hinchazón abdominal, junto a otras molestias digestivas crónicas, pueden ser un síntoma de una intolerancia alimentaria como la enfermedad celiaca, la sensibilidad al gluten no celiaca, la intolerancia a la lactosa.

 

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