Estamos a la altura de una implementación de modelos de atención humanizados del control del embarazo y parto-nacimiento y pérdidas? En el Hospital San Juan de Dios De Los Andes pasa a menudo: mientras pierdes a un ser o tienes sangramiento, los profesionales de la salud se ríen y hasta comen, a un costado de tu box hay una mujer con su hijo recién nacido.
Malas prácticas en el ámbito sanitario naturalizada, invisibilizada y sin resorte legal. Esa es la realidad de la violencia obstétrica en Chile, que pese a contar con el reconocimiento de la ONU en 2019 que la establece como una violación a los derechos humanos de las mujeres y a la vigencia de guías de práctica clínica para la toma de decisiones diagnósticas y terapéuticas pertinentes, publicadas por la OMS y el Ministerio de Salud en 2015, continúan existiendo casos de este tipo de violencia hacia la mujer de forma cotidiana en recintos de salud públicos y privados.
Testimonios de mujeres en diversas plataformas y medios de comunicación lo comprueban, “la dignidad de las mujeres durante cualquier etapa del embarazo, parto y puerperio” sigue siendo vulnerada a través de un sinnúmero de prácticas que van desde la infantilización de la mujer en los controles ginecológicos, el maltrato verbal y físico, hasta la aplicación de procedimientos terapéuticos y quirúrgicos sin consentimiento informado.
Esta problemática se desprende del llamado de la OMS (1985) a revisar el actual modelo biomédico de atención de la gestación, parto y nacimiento, caracterizado por una creciente estandarización y tecnologización de sus procedimientos. Esta revisión fue complementada por un conjunto de recomendaciones donde se señalaba la importancia de integrar procedimientos que respeten el curso normal del proceso, que restrinjan las intervenciones a casos específicos respaldados por evidencia científica consistente y actualizada, y que respeten el derecho de los/as usuarios/as a recibir una atención prenatal post apropiada, que sea sensible a sus necesidades y expectativas.
En Chile dichas recomendaciones han tenido una incorporación lenta y heterogénea en las prácticas, encontrándonos actualmente con una de las tasas de cesárea más altas del mundo, que supera un 40%. En este contexto, surge la necesidad de generar acciones que apoyen decididamente un cambio de enfoque en la atención, para ello, se propone generar un programa de sensibilización y capacitación con enfoque de género y pertinencia sociocultural para la humanización del control de embarazo y parto-nacimiento y/o pérdidas.
El país necesita urgente un programa de sensibilización y capacitación en un enfoque humanizado que contribuirá al proceso de mejoramiento de la calidad de servicios públicos en salud reproductiva. Como punto de partida, invertir en salas especializadas: una para partos y otra para pérdidas.
Lo que existe como una prestación que se puede pedir a los equipos médicos de los hospitales públicos de salud en Chile es la atención personalizada del proceso de nacimiento, esto se refiere a lo siguiente:
-Atención integral y personalizada a la mujer gestante y a su acompañante en los diferentes momentos del proceso del nacimiento: preparto, parto y posparto inmediato; atendiendo a sus necesidades emocionales y físicas, con el manejo oportuno del dolor y respetando la pertinencia cultural.
-El trabajo de parto se maneja siguiendo los procesos fisiológicos naturales, no invasivos, previniendo complicaciones para la madre y su hijo / hija y considerando los procesos emocionales de la mujer y su pareja o persona significativa de acuerdo a las normas contenidas en el Manual de Atención Personalizada del Proceso Reproductivo.
-El equipo de salud debe estar capacitado para dar una atención centrada en las necesidades de la mujer, en el establecimiento de un vínculo con su recién nacido(a) y promover la participación activa de la pareja o persona significativa durante todo el proceso del nacimiento.
– Atención Personalizada y continua por el mismo profesional, durante el trabajo de preparto y parto.
-Generar un espacio de intimidad, seguridad, autonomía y acogida al interior de la maternidad.
– Informar a la mujer sobre alternativas para el manejo del dolor del trabajo de parto, ya sean farmacológicas o no.
-Favorecer el primer contacto piel a piel y afectivo entre la madre, padre e hijo (a), hasta 60 minutos después del parto.
– Favorecer la continuidad de la atención a la familia desde el proceso de preparto hasta el parto, realizada por matrón o matrona.
Las denuncias y percepción de violencia obstétrica han aumentado en tiempos de pandemia. De acuerdo a la declaración pública del Observatorio de Violencia obstétrica (OVO) «en nuestro país, se están aplicando protocolos que en muchos casos revierten los avances alcanzados durante los últimos años en relación al parto personalizado y respetado».
De hecho, el 46% de los hospitales públicos suspendieron el acompañamiento. Esto es una medida institucional que atenta contra el más alto estándar de cuidado que pueda acceder una mujer.
Desde el Observatorio de Violencia Obstétrica aseguraron que el parto en casa es una “opción legítima de las mujeres, tienen la opción de decidir dónde parir, creemos que es un tema que se debiera legislar, que se debiera abordar aquí en Chile, ya que si bien no es ilegal, es alegal. Por lo tanto deja un espacio y hace que además sea inseguro el parto en casa si obviamente es un tema no legislado”
De acuerdo con la Sociedad Chilena de Pediatría “los últimos años un porcentaje de alrededor de 40.5% de partos por cesáreas en los hospitales públicos y de 70% aproximadamente en las clínicas privadas del país”. Cabe destacar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2015, recomendó que la tasa de cesáreas no debería oscilar entre más de un 10 a 15 por ciento. La creciente demanda se debe a problemas al contexto Covid.
una experiencia dolorosa y traumática. Según la OMS “Todas las mujeres tienen derecho a recibir el más alto nivel de cuidados en salud, que incluye el derecho a una atención digna y respetuosa en el embarazo y en el parto, y el derecho a no sufrir violencia ni discriminación”. Sin embargo, organismos como OVO Chile han declarado que los alcances de la violencia obstétrica en gestación, parto y puerperio no han sido dimensionados porque no son visibilizados por sectores de la sociedad ni políticas públicas.
La violencia obstétrica es otra manifestación de las falencias del sistema de salud y de la escasa fiscalización a su personal al interior de los recintos de salud, lo que no sólo se explicaría por la ausencia de una ley, sino de vías efectivas de prevención y educación sobre el respeto hacia la mujer que pare, lo que constituye otro desafío a la lista de pendientes en materia de conservación de la información, dignidad de género y humanidad de todas y todos quien es acceden a la salud pública y privada
Si sufriste violencia obstétrica , puedes seguir las indicaciones:
1.- Reclamo al OIRS/servicio al cliente del hospital por ley de derechos y deberes de los pacientes.
2.- Una vez que se tenga respuesta a dicho reclamo, si es que esta no resulta satisfactoria, seguir adelante con el reclamo ante la Superintendencia de Salud.
3.- Solicitar mediación ante la Superintendencia de Salud (pues es un requisito para ejercer acciones jurisdiccionales después).
4.- Presentar una demanda ante los tribunales ordinarios de justicia, para lo cual se debe buscar un abogado particular que lo patrocine y vea si el caso es judicializable.
Adriana Palacios, joven de 19 años que, denunció que con 40 semanas de embarazo, acudió seis veces al Sapu de Pozo Almonte debido a intensos dolores y malestares. Sin embargo, el personal médico consideró que no era nada grave y solo a la sexta vez decidieron enviarla al Hospital de Iquique para ver que pasaba. Su hija Trinidad, finalmente, falleció dentro del útero, por sufrimiento fetal, lo que hoy se investiga como una posible negligencia del equipo médico. proyecto de Ley por el Parto Humanizado, llamada ahora Ley Trinidad.
El proyecto sería presentado en el parlamento en marzo del 2018 con el apoyo de los senadores Carolina Goic y Ricardo Lagos Weber, lo que finalmente no sucedió.